A los ISAMISTAS no les quedó más remedio que aceptar
la realidad y escuchar la misa en los alrededores del parque, quienes a su vez manifestaron
que la Iglesia es del Pueblo y no de ningún grupo de rebeldes, “ellos se
opusieron a la construcción de la catedral, durante muchos años y ahora que
está terminada, quieren apoderarse de ella; así como lo han hecho con las demás
instalaciones de propiedad de la Iglesia”. Dijeron los dirigentes del otro
bando.
La situación se da en vista que ISAMISTAS y CARISMÁTICOS
mantienen rencillas de poder económico, político y administrativo desde hace
algún tiempo, los primeros son acusados de apartarse de las directrices del
Papa, destruir y desaparecer propiedades de la Iglesia católica y tratar de
evitar a toda costa que haya una auditoria. Los feligreses católicos
independientes e imparciales en esta lucha vergonzosa y descarada, piden que se
aclare de una vez por todas todo este enredo que ha divido
a los católicos en dos.
A los curas rebeldes ISAMISTAS, la Santa Sede a quien
juraron obediencia y respeto, les ordenó
que se vayan a realizar cursos para que se preparen y sean verdaderos sacerdotes,
porque lamentablemente no han recibido clases presenciales de Teología y
Filosofía, materias elementales que deben recibir los Seminaristas, para estar
a la altura de sus responsabilidades; pero estos desobedecieron y no se fueron
a ningún curso, por temor a que a su regreso,
su lugar esté ocupado.
El señor Marco Gualotuña, Dirigente de un sector señaló
que están cansados de soportar tantas humillaciones de este grupo, quienes se oponían a la terminación de la Catedral;
pero ahora que está concluida, también quieren apoderarse de ella. Resulta indigno y hasta humillante, que hasta
la presente fecha no haya ninguna autoridad eclesiástica que pare esta
reprochable situación.
Lamentablemente el Administrador Apostólico,
prácticamente está sometido a este nefasto grupo que pretende imponer este modelo
de Iglesia, que se aparta del Concilio Vaticano II y se acerca al modelo
cuestionado al interior de la misma Iglesia, como es la Teología de la Liberación, la misma
que se ha degenerado en un libertinaje, que se aleja cada vez más de las directrices
obligatorias, que deben acatar quienes juraron obediencia y ahora hacen todo lo
contrario; la situación se le ha ido de las manos al Administrador, quien ha
perdido autoridad y no puede poner orden y un estate quieto a estos desafueros,
de quienes han estado acostumbrados a hacer de las suyas y a administrar la Iglesia, sus bienes y
recursos como se les venía en gana.
Esta gente ha organizado una celebración que ellos la
llaman del “Compartir”, supuestamente para terminar la Iglesia Catedral, que
dicho sea de paso en poco tiempo ya está casi terminada, pero por parte de dos
sacerdotes que se dedicaron a tiempo completo para tratar de terminarla; ahora
que falta muy poco quieren sorprender y buscar como pretexto para enquistarse
con su pretexto, porque ellos nunca han compartido nada, que no sea su pequeño
grupillo; los que están haciendo es tratando de engañar, sorprender e
impresionar, para reincorporarse a seguir gozando de sus prebendas que hace
rato la gente les está negando y cuestionando. La Santa Misa la han convertido
en un acto circense de mejor suerte, cómo puede ser posible que se juegue y
burle de la gente católica, que no entiende qué es lo que está pasando; esta
gente audaz no tiene perdón de Dios.
La solución es que el Papa designe un Obispo con
autoridad, que haga respetar la autoridad de la verdadera Iglesia, porque de
los títeres ya estamos cansados.
Esta situación parecía que ya se había terminado, pero
los Judas, sepulcros blanqueados y lobos con piel de oveja, han regresado para
arremeter con la tranquilidad que ya existía; no puede haber reconciliación y
perdón mientras estén este tipo de gente negativa enquistada en la Iglesia,
esta gente por dignidad deberían desaparecer y permitir que regrese la paz tan
deseada, porque las huellas y heridas que han dejado, no son tan fáciles de
cerrarse, su presencia hace mucho daño, por favor no sigan haciendo más daño,
no den mal ejemplo a los niños y jóvenes; NO SEAN HIPÓCRITAS, decía muy
indignada la gente.