Quiero pedir expresamente aquí por la pronta liberación de los presos políticos en Venezuela». Con estas palabras, Mauricio Macri pasará a la historia como el primer presidente de un país miembro del Mercosur (Mercado Común Suramericano) en exigir al régimen de Nicolás Maduro, de manera frontal y sin eufemismos, que cumpla con los principios básicos de la democracia y los derechos humanos.
En ausencia del presidente de Venezuela, su canciller, Delcy Rodríguez, le reprochó la «injerencia política en mi país» y añadió: «Somos un modelo en derechos humanos». La titular de Exteriores, con evidente desconocimiento de la realidad, añadió: «Yo entiendo que el presidente Macri quiera pedir la libertad para estos violentos (Leopoldo López y el resto de los presos políticos venezolanos), porque uno de sus primeros anuncios ha sido liberar a los responsables de torturas y asesinatos durante la dictadura en la Argentina». El «anuncio» al que se refería no ha existido nunca. Dicho esto, Delcy Rodríguez, ante la cara atónita de las delegaciones, concluyó: «En Venezuela existen poderes públicos independientes que deben ser respetados por la comunidad internacional».
Las palabras de Macri llevan implícitas la decisión de asumir el liderazgo (vacante) en la región
En la 49 Cumbre del Mercosur, en Asunción del Paraguay, el nuevo presidente de Argentina no se amedrentó frente a los socios de bloque que, hasta la fecha, han estado de una manera más o menos desembozada haciendo la vista gorda con los atropellos del régimen bolivariano (tanto con Maduro como con el difunto Hugo Chávez). «No puede haber lugar para la persecución política por razones ideológicas ni la privación ilegítima de la libertad por pensar distinto. Mi visión sobre la democracia va mucho más allá que acudir a las urnas cada cierto tiempo. La democracia es una forma de vida, un pacto de convivencia entre personas que piensan distinto», afirmó Macri.
En su intervención, la primera en un foro internacional desde su investidura del 10 de diciembre, estuvo flanqueado por su jefe de Gabinete, Marcos Peña, y su ministra de Exteriores, Susana Malcorra. «Llegó la hora de pedirle un poco más a la democracia. En el siglo XX superamos las dictaduras y le dijimos nunca más a los gobiernos militares. Ahora, el siglo XXI nos exige más audacia y compromiso con una nueva democracia, más participativa y más inclusiva».
Las palabras de Macri eran acompañadas con gesto de aprobación por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. La actitud de la presidenta de Brasil fue otra. Dilma Rousseff, que intervino a continuación, felicitó a Maduro por el «espíritu democrático» de Venezuela. El comentario lo enmarcó en una mención doble a las presidenciales de Argentina y las legislativas de Venezuela, donde añadió: «Quiero resaltar la capacidad de América Latina de encauzar sus divergencias. Dos claros ejemplos de ello son las elecciones en Argentina y Venezuela, que demostraron capacidad del continente de encaminar sus divergencias por las vías pacíficas y el respecto a las voluntades populares».
La alocución de Rousseff, que atraviesa uno de los momentos más delicados de su segundo Gobierno y de momento se ha librado de una moción de censura, supone un distanciamiento de los aires nuevos que Mauricio Macri empuja dentro y fuera de sus fronteras.
Sintonía con Paraguay
El anfitrión de la cumbre, Horacio Cartes, celebró efusivamente las palabras de su vecino. Sintoniza con ellas desde la primera a la última. Cartes no olvida que Venezuela se «coló» en Mercosur aprovechando la suspensión de Paraguay por haber destituido en 2012 al expresidente Fernando Lugo mediante un juicio político. Por entonces Paraguay era el único foco de resistencia al chavismo. El Senado había declarado persona non grata a Nicolás Maduro y bloqueado el ingreso de Venezuela, decisión que provocaba hondo malestar no solo en Caracas, sino en la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner, la Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Rafael Correa, entre otros.
Las palabras de Macri llevan implícitas la decisión de asumir el liderazgo (vacante) en la región. No en vano, reiteró su deseo de «pedir a los Estados en parte y en especial al Gobierno venezolano que trabajemos incansablemente para consolidar una verdadera cultura democrática en nuestra región»