La ignorancia de los padres de hoy, es la desgracia de sus hijos mañana y todo por no saber educar correctamente a sus hijos.
Recuerdo como nos tocaba madrugar a las cuatro de la mañana a cargar el agua, preparar el desayuno, barrer la casa, asearse, desayunar y partir el colegio; porque a las 8h00 de la mañana entrábamos a las aulas, estudiábamos hasta las 12 y salíamos al almuerzo, para volver a ingresar a las 14h00, hasta las cuatro de la tarde que salíamos a descansar.
Pero en lugar de descansar a los varones nos tocaba partir la leña, cargar el agua para el desayuno barrer, limpiar la casa, ponernos a hacer los deberes y repasar dramas o poemas para la hora social de cada semana, que obligatoriamente nos tocaba participar en presencia de profesores y padres de familia.
Las mujercitas tenían que lavar la ropa, barrer, planchar y luego los deberes; claro que los varones también planchaban, cosían, bordaban y lavaban platos; si le tocaba la semana. Las tareas se dividían por semanas y gracias a que en el colegio nos enseñaban a coser y bordar, pero eso nos ayudaba para realizar nuestros trabajos en la casa y no dejarnos castigar de nuestros padres; los deberes por lo general se los realizaba después de las seis de la tarde, hasta las ocho o nueve de la noche; como no había luz eléctrica nos alumbrábamos, con mecheros de kerosín, luego a rezar y a dormir hasta las cuatro de la mañana, que nuevamente nos tocaba levantarnos.
También recuerdo que nuestros padres autorizaban a los profesores para que nos castiguen cuando cometíamos faltas, o de pronto se nos olvidaba saludar a los profesores o adultos, nos castigaban con varas de guayaba, si no lo hacía los profesores; nuestros padres lo hacían a la salida de la escuela, con palo nos indicaban que la letra con sangre entra. El respeto era lo primordial que nos enseñaban, padres y profesores; ese era el compromiso, además cuando cualquier persona se acercaba a saludar o dialogar entre adultos y de pronto estábamos por ahí al lado, nos tocaba agachar la vista y retirarnos.
Los hijos de esa generación hoy son padres de bien, el tema es comparar la educación de ese tiempo y la de hoy. En ese entonces había respeto a sus padres, profesores y demás personas, pero en la actualidad los jóvenes no respetan ni a sus padres, peor a sus profesores o personas adultas; si un padre quiere corregir a su hijo este lo amenaza con denunciarlo a las autoridades; claro que ese privilegio se los dio el Presidente Correa.
Los Jóvenes llegan a la casa a la hora que les da la regalada gana, no trabajan porque es prohibido por la ley y puede ser encarcelado el padre que haga lo haga; peormente castigarlos o insultarlos porque se les atrofia la mente. Los Jóvenes actuales pierden años de estudio, les dan más oportunidades y siguen perdiendo; los profesores no pueden decir nada, llevan los celulares a las aulas y mientras los profesores se matan enseñando los alumnos, ni siquiera los escuchan por que tienen los audífonos colocados en los oídos, al siguiente día llegan al salón e indican que no comprendieron lo que les enseñó.
Según los padres actuales, la culpa es de los profesores, sus hijos no aprenden nada porque el profesor es malo, pero no comprenden que el problema es el celular que el padre o madre le compró y de la mejor marca con MP3, MP4, radio, reproductor de música y que tenga buen volumen; en muchas ocasiones hasta dejan de comer por comprar los caprichitos de sus hijos. Para completar los padres actuales, no se meten en la vida de sus pequeñas criaturas, quienes pasan en discotecas, con los uniformes del colegio o en las chozas de río Aguarico
La policía ha detenido a menores de edad en discotecas, bares, Chozas a altas horas de la noche y madrugada, llaman a sus padres para que los retiren de la estación de la policía y de pronto los reprendan; pero al parecer más bien esto disgusta a sus padres, quienes jamás tienen control y por eso es que estos hacen lo que se le viene en gana. Los padres pierden a sus hijos por no tener el control de sus vidas, dicen quererlos mucho, como será el amor que les tienen, que no les importa lo que hagan; pierden el año de estudio, por estar con las novias, discotecas, o andan con amigos en malos pasos; en muchas ocasiones han perdido hasta la vida, por este derroche desordenado y sus padres
Estudiantes embriagados
siguen llamando a esto AMOR. ¡Qué ignorancia!
Por esta causa, es que existe más violencia que antes.
La excelente educación de ayer y la pésima de hoy