Después de la
crisis global de energía en los años 80 y 90, y de la financiera de 2008 hemos
empezado a identificar una nueva crisis, la de los alimentos, como la próxima
amenaza al desarrollo de la humanidad. Aún pocas personas identifican este
riesgo, subvaluado el efecto del alza de los precios desde 2008. China tuvo una
importación récord de alimentos en marzo del 2012, seis veces más que la de
marzo del 2012 y el 50% más que la de febrero del año en curso.
Las economías
emergentes, principalmente las de china e India, aumentaron su población y su
renta per cápita y por tanto la demanda de alimentos. Eso sumado a un alza en
la renta per capital mundial y a la urbanización, ha cambiado los hábitos de
consumo de alimentos hacia niveles jamás alcanzados.
La agricultura
necesita aumentar su producción de granos para que la creciente demanda de
alimentos se equilibre. Sin embargo, nuevos estándares de sustentabilidad
proveniente de la efectiva preservación ambiental de los bosques y
reservatorios de agua, sumados a efectos climáticos más y más inciertos e
intensos, se corre el riesgo que el aumento de la producción agrícola no tenga
la misma velocidad de la demanda.
Dos factores
contribuyentes al crecimiento de la producción agrícola: primero, la expansión
de hacia nuevas áreas, que hoy se encuentran muy limitadas por las nuevas
legislaciones ambientales y de preservación de las áreas de bosques; segundo,
el aumento de la productividad por medio de nuevas tecnologías provenientes de
la Investigación y Desarrollo en la industria de soluciones agrícolas, semillas
biotecnológicas, e irrigación.
A pesar de las
inversiones de $7 billones al año, de estas industrias, que se esfuerzan por
obtener mayores beneficios de producción en la misma área donde se plantaba
anteriormente, puede que la productividad no crezca tan rápido como el consumo
de alimentos debido al alto impacto de climas, que generan sequias e
inundaciones.
Solo en 2012 han
ocurrido pérdidas del 30% en la producción de maíz en Argentina y del 20% en el
sur de Brasil debido a las sequias que hubo en aquellas regiones en los meses
de diciembre y enero.
¿Y qué pasará si la
demanda de alimentos superara la capacidad de producción agrícola en los
próximos años? Los precios de los productores básicos agrícolas continuarán
aumentando, la inflación en los países importadores de alimentos se puede
subir.
El número de las
personas que padecen hambre en el mundo, según la FAO, es de 1.00 millones y
crecerá, generando un gran impacto en la política mundial. Además, se debe considerar
que muchos países desarrollados son importadores de alimentos, lo que hace que
la crisis financiera actual se agudice y extienda por más tiempo.
Todo esto pone la
humanidad delante de una crisis de alimentos aún poco comprendida por los
gobernantes, pero que podrá ganar dimensiones mayores si no se actúa
rápidamente.
El WBCSD (Word
Business Council for Sustainable Development) con el apoyo de 200 compañías de
20 países han desarrollado y presentado en el trabajo Visión 2050, las
iniciativas para ayudar a la humanidad a visualizar el efecto potencial de esta
crisis de alimentos si no se cambiamos nuestros hábitos de consumo actuales.
El mundo se debería
preocupar más con la crisis que se presentará en los próximos años, pero los
gobiernos tienden a ignorar los indicadores continuando con su gestión “en la
esfera del confort”. La pregunta es ¿Seremos sorprendidos por la crisis de los
alimentos en los próximos años?